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Santiago merece respeto a la democracia interna de los partidos

  • Foto del escritor: José De los Santos Hiciano
    José De los Santos Hiciano
  • 9 abr 2024
  • 4 Min. de lectura

Los tres candidatos a senador por Santiago

Ninguno de los principales candidatos a Senador por Santiago de cara a las elecciones del próximo 19 de mayo del 2024,  fue electo mediante proceso democrático al interior del Partido Revolucionario Moderno,  Fuerza del Pueblo y Partido de la Liberación Dominicana respectivamente.

Las cúpulas de los tres grandes partidos entendieron que no era conveniente consultar a sus bases sobre quien debía encabezar la boleta senatorial para las elecciones 2024-2028. No tomaron en cuenta que se trata de Santiago, la segunda plaza electoral más importante del país.


La ley actual de partidos políticos (33-18), prevé de hecho 5 mecanismos que pueden ser utilizados para la selección de un candidato dentro de un partido político.


Además de las primarias, que es el método más democrático,  existen cuatro modalidades más: las convenciones de delegados, de militantes, de dirigentes y las encuestas. (Art. 45).


Sin embargo para el caso específico de la Senaduría de Santiago, ninguno de los anteriores instrumentos para practicar la democracia interna, les pareció pertinente a las cúpulas partidarias del PRM, FP y PLD. 

Prefirieron en cambio, recurrir al más arbitrario, opaco y antidemocrático de los mecanismos de selección de candidatos: la reserva partidaria. 

Ciertamente la ley le da facultad al “organismo de máxima dirección colegiada de todo partido, agrupación o movimiento político", escoger discrecionalmente "un máximo de candidaturas a cargos de elección popular equivalente al veinte por ciento (20%) del total de las nominaciones para los puestos de senadores, diputados, alcaldes, regidores, directores, subdirectores y vocales de distritos municipales establecidas por la Constitución y las leyes”.  Artículo  58 de la ley 33-18.

En términos constitucionales, es una reserva de ley que restringe el ejercicio del derecho fundamental a elegir y ser elegido, aunque de forma desproporcionada.


No es poca cosa. Se trata de una regulación sobre la quinta parte de las posiciones electivas, que de forma antojadiza pueden manejar las direcciones de los partidos en cada proceso electoral municipal o congresual. 

Aunque la ley así lo contemple, cuando se hace uso de la facultad de reservar candidaturas,  el "poder soberano" de las bases no cuenta. Tampoco importan los derechos políticos de los liderazgos emergentes que demandan espacios de participación democrática para desarrollar sus potencialidades y aspiraciones política.

En la letra, el espíritu de la ley es permitirle a las direcciones de los partidos cierto poder de maniobra al momento de diseñar e implementar sus estrategias políticas en las campañas elecotorales.


Sin embargo, con frecuencia las cúpulas de los partidos distorsionan esa facultad que le da la ley y utilizan el mecanismo de la reserva de candidaturas con la finalidad de despojar a las bases de sus poderes democraticos estatutarios y constitucionales.


De forma deliberada, la democracia interna suele ser sustituida por el "dedazo", haciendo prevalecer de ese modo los intereses particulares de las élites sobre los derechos políticos de los militantes.  Esa práctica no puede normalizarse dentro de los partidos, ni convertirse en un mecanismos de evasión de los procedimientos estatutarios ordinarios. Al contrario, es una facultad legal a la que solo debe acudirse de forma excepcional y bajo circunstancias justificativas razonables.  

Su uso abusivo por parte de las cúpulas partidarias, pordría dar lugar a un proceso progresivo de anulación real de los derechos legítimos de los militantes en provecho de los intereses particulares de las élites.

En el caso específico de Santiago, el Doctor Daniel Rivera resultó ser designado candidato a senador por el PRM, el profesor Demóstenes Martínez ostenta la misma postulación por el partido Fuerza del Pueblo y Marino Collante encabeza esa misma boleta por el Partido de la Liberación Dominicana.

Se trata de tres prestigiosos líderes políticos, cuyas candidaturas, bien pudieron  ser sometidas a cualquiera de los  mecanismos de selección interna por parte de sus respectivas organizaciones y de esa forma cumplir con las formalidades democráticas.


Una simple encuesta pudo haber satisfecho plenamente las espectativas constitucionales en términos de garantizar el derecho a alegir y ser elegido. Sin embargo, esto no se hizo, y para colmo, ninguna de las tres formaciones políticas le informó a sus bases las razones de su decisión en cada caso.

Por más votos que obtengan estos tres candidatos el día de las elecciones, sus respectivas postulaciones contienen una falla democrática de origen: sus candidaturas fueron el fruto de la imposición arbitraria y no de la democracia interna.

El desprecio por los mecanismos democráticos pone en peligro la estabilidad política del país en el largo plazo.


Si de algo deben estar conscientes las cúpulas de los partidos políticos es que la participación de las bases en los procesos internos, es un factor clave para el buen funcionamiento del sistema político, la dinamización de los partidos, el activismo de la militantancia, el empoderamiento del votante y la legitimidad del poder en todos sus niveles.


Sin democracia interna no hay incentivo para la participación política.


¿qué sentido tiene el hecho de pertenecer o no pertenecer a un partido determinado,  o hacer vida política activa desde sus organismos, si al final los derechos políticos son secuestrados por las élites?


Si seguimos por este camino, avanzamos hacia un proceso progresivo de despolitización de la sociedad en todos sus niveles, lo que conllevaría a una crisis en el sistema político con graves consecuencias para los partidos.


Por ejemplo, en las últimas elecciones ha sido notoria la enajenación política o el desinterés de los electores por la participación. Da la sensación que a la gran mayoría no le importa quien gane o quien pierda.


Esos niveles de indiferencia colectiva frente a los actores políticos y a las elecciones constituye un mal pronóstico para el futuro de los partidos, cuya razón de ser radica precisamente en procurarse frente a la sociedad una identidad singular en términos valorativos, programáticos, aspiracionales y conductuales de cara a la gestión del aparato del Estado.


De ahí el caracter estratégico de la democracia interna y del libre ejercicio de los derechos políticos en los partidos. 


Santiago no merece que sus candidatos sean seleccionados al margen de los procedimientos democráticos.


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